miércoles, 9 de septiembre de 2020

370. ¿Y qué tal si me perdono?

 

Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces,

Me perdono por hacerme pedazos para completar a otros,

Me perdono por invertir tiempo en otras cosas, antes que, a mí,

Me perdono por tropezar con el mismo obstáculo una y mil veces,

Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad,

Me perdono por haber hablado de más,

Me perdono por haber callado,

Me perdono por confundir resignación con tolerancia,

Me perdono por invertir en otros, sin reparo, sobre mis prioridades

Me perdono por mentirme,

Me perdono por evitar verme al espejo más seguido,

Me perdono por evitar ser más amable conmigo misma

Me perdono por la impaciencia e inconstancia con mis procesos,

Me perdono por ser tan ruda cuando se trata de mí,

Me perdono por estar fuera de un molde,

Me perdono por lacerarme sin permitirme errar y reinventarme,

Me perdono por la falta de disfrutar muchos encuentros,

Me perdono por dar un valor insignificante a los momentos mágicos que valen la pena y darme cuenta muy tarde.

Autor desconocido

 

domingo, 12 de julio de 2020

369. Plegaria Hebrea

Dice una antigua plegaria hebrea:

“Que tus despertares te despierten. Y que, al despertarte, el día que comienza te entusiasme. Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.

Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruza en tu camino .

Y que no te olvides de saborear la comida ,detenidamente , aunque solo sea pan y agua .

Y de encontrar algún momento en el día , aunque sea corto y breve , para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno . Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.

Y que tus abrazos, abracen. Y que tus besos, besen.

Y que los atardeceres no dejen de sorprenderte, y que nunca dejes de maravillarte.

Y que llegues cansada/o y satisfecho/a al anochecer por la tarea realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.

Y que no confundas tu trabajo con la vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio. Y que no te creas más que nadie porque solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza.

Y que no te olvides, ni por un instante que cada segundo de la vida es un regalo, un obsequio, y que, si fuéramos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegría al tomar conciencia de ello.

Como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos abraza y nos bendice “.

Autor desconocido