domingo, 25 de mayo de 2008

123. El camino del amor


1. Primero, contigo mismo. Sólo cuando estás bien contigo mismo puedes estar bien con los demás

2. Manejar la soledad. Sólo cuando manejas tu soledad puedes manejar una relación.

3. Sólo se da lo que se tiene. Necesitas valorarte para valorar, quererte para querer, respetarte para respetar, y aceptarte para aceptar, porque nadie puede dar lo que no tiene.

4. Paz interior. Ninguna relación te dará la paz que tú mismo no crees en tu interior.

5. Fantasía que genera frustración. Pretender que otra persona nos haga felices y llene todas nuestras expectativas es una fantasía que sólo trae frustraciones.

6. Autonomía. Ninguna relación te brindará felicidad que tú mismo no construyas.

7. Autosuficiencia. Sólo podrás ser feliz con otra persona cuando, bien convencido, seas capaz de decirle: "No te necesito para ser feliz".

8. Independencia. Sólo podrás amar siendo independiente hasta el punto de no tener que manipular ni manejar a los que dices querer.

9. Requerimientos. Para amar necesitas una humilde autosuficiencia, autoestima, y la práctica de una libertad responsable.

10. Autoestima y madurez. Ámate a ti mismo, madura, y el día que puedas decirle a esa otra persona "Sin ti me la paso bien", ese día estarás preparado para vivir en pareja.

11. Compartir. Dos personas que vivan en pareja podrán ser felices sólo cuando se hayan unido para compartir su felicidad, no para hacerse felices la una a la otra.

Conclusión:
"Dos personas se aman únicamente cuando son capaces de vivir la una sin la otra, pero deciden vivir juntas"

Desconozco su autor

lunes, 19 de mayo de 2008

122. Fuerza y coraje

Es necesario tener fuerza para ser firme, pero es necesario coraje para ser gentil.
Es necesario tener fuerza para defenderse, pero es necesario coraje para batallar.
Es necesario tener fuerza para ganar una guerra, pero es necesario coraje para rendirse.
Es necesario tener fuerza para estar correcto, pero es necesario coraje para tener duda.
Es necesario tener fuerza para superar los obstáculos, pero es necesario coraje para mantener el equilibrio.
Es necesario tener fuerza para sentir el dolor de un amigo, pero es necesario coraje para reconocer las propias debilidades.
Es necesario tener fuerza para esconder los propios males, pero es necesario coraje para demostrarlos.
Es necesario tener fuerza para soportar el conflicto, pero es necesario coraje para hacerlo cesar.
Es necesario tener fuerza para estar solo, pero es necesario coraje para pedir apoyo.
Es necesario tener fuerza para amar, pero es necesario coraje para ser amado.
Es necesario tener fuerza para sobrevivir, pero es necesario coraje para vivir.

Desconozco su autor.

lunes, 12 de mayo de 2008

121. Se crece…


... cuando uno se siente joven aunque tenga 100 años.

Se crece cuando uno acepta la realidad y posee suficiente aplomo y equilibrio para vivirla.
Se crece cuando uno mantiene un ideal, fortalece su voluntad y se apoya en su fe.
Se crece cuando uno asume su destino pero se empeña en trabajar para modificarlo si es necesario.
Se crece cuando uno admite su pasado, construye el presente y proyecta el futuro.
Se crece cuando uno se valora a sí mismo en lo que es sin dejar por eso de valorar a los demás.
Se crece cuando uno recorre la vida con la verdad, sin oscuros secretos y sin hipocresías ni falsedades.
Se crece cuando uno permite que su conciencia apruebe o no los dictados de su corazón y su mente.
Se crece cuando uno se siente feliz escuchando, ayudando o dando a los demás, sin esperar recompensa alguna, pero alegrándose al recibir algo por más pequeño que sea.
Se crece cuando uno no actúa cínica o cobardemente ni usa máscaras según las personas y es coherente en todas las circunstancias.
Se crece cuando uno experimenta que al abrir un surco de respeto y al echar en él semillas de bondad, se cosechan frutos de amor.
Se crece cuando uno aprende a pronunciar con sinceridad palabras como “gracias”, “me equivoqué”, “te necesito”, “perdón”, “tienes razón” y “te amo”.
Se crece cuando uno puede enfrentar otoños e inviernos, aún perdiendo hojas o temblando de frío.
Se crece cuando uno, frente a una mirada hostil o un gesto agresivo, puede esbozar una sonrisa como respuesta.
Se crece cuando uno se libera de la pesada carga de rencores, de mentiras, de infidelidades, de soberbia y de egoísmos.
Se crece cuando uno se anima a volar alto como un águila, a sostenerse como un árbol o a iluminarse como una estrella.

Desconozco su autor.

martes, 6 de mayo de 2008

120. Recuerda siempre…11

“Casi nunca he tomado una decisión
sin desear al mismo tiempo de
un modo incontenible todo lo contrario”
Esta frase me acompaña desde hace tiempo, pero desconozco su autor.

lunes, 5 de mayo de 2008

119. Osho – El silencio

El silencio es la explosión de la inteligencia. Silencio quiere decir: dentro de ti, eres sólo espacio, espacio sin estrépitos. Silencio quiere decir que has puesto a un lado todo el mobiliario de la mente -- los pensamientos, los deseos, las memorias, las fantasías, los sueños -- todo lo has empujado al lado. Estás mirando la existencia directamente, inmediatamente. Estás en contacto con la existencia sin nada entre ti y la existencia. Eso es silencio....

El silencio se puede escuchar. Y cuando lo escuchas hay un entendimiento inmediato. El entendimiento viene como una sombra siguiendo el silencio. Entender las palabras y escuchar las palabras es muy simple. Cualquiera puede hacerlo: sólo se necesita un poco de educación sobre el lenguaje, no mucha. Pero se necesita una transformación tremenda para escuchar al silencio y entender el silencio. El silencio tiene que surgir de tu ser mismo.

Hay dos tipos de silencio: uno es el que cultivas, el otro es el que llega. Tu silencio cultivado es nada más que la bulla reprimida... Lo puedes lograr con la práctica pero es como sentarte encima de un volcán --el cual puede estallar en cualquier momento, por cualquiera pequeña excusa. Esto no es verdadero silencio, sino un silencio forzado.

El silencio que se origina de tu ser mismo, que no se impone ni desde afuera ni desde adentro pero que llega justo al contrario -- llega, surge desde adentro hacia las afueras, se origina del centro hacia la circunferencia... ese es un fenómeno totalmente diferente.

El silencio que nace así, es tan grande que puede contener las palabras, puede contener el habla. Nada puede perturbarlo, es un silencio que no tiene miedo de las palabras. Hay gente que no habla, que parece estar en silencio. Su silencio parece estar en contra del habla -- y un silencio que se pone en contra del habla todavía es parte del habla. Es una ausencia: no es una presencia.

¡La ausencia del habla no es mi silencio! El silencio es una presencia. Te puede hablar. Te puede cantar. Tiene una energía tremenda. No es vacuo, es una realización.

El verdadero silencio no es el silencio del cementerio, no es el silencio de la muerte. Es el silencio de la vida, un silencio pulsando con la vida, que al pulsar es positivo, afirmativo. Es un gozo. No es la ausencia de la preocupación. Es la presencia del éxtasis.

Uno puede escapar y lograr un cierto silencio -- pero sólo será una ausencia de tensión, que no es nada especial. El silencio verdadero tiene que existir en la plaza del mercado, en la muchedumbre, ¡en plena rumba!. Cuando nada te distrae, cuando nada te perturba, estás centrado. Sé en el mundo, deja que el servir a la gente sea tu meditación y luego encontrarás que llegas al silencio. No escapes, no busques el silencio en el aislamiento o en lugares solitarios. Puedes llegar al silencio, puedes ser meditativo -- dentro del mundo.

Aprende el silencio. Con tus amigos, con tus amantes, con tu familia, de vez en cuando siéntate con ellos en silencio, sin chismear, sin hablar. Deja de hablar y no sólo afuera -- acaba con el monólogo interior. Siéntanse y no hagan nada, sólo siendo presencias unos para otros. Pronto encontrarán una nueva manera de comunicarse a través del silencio.

El silencio tiene que pasar por tres puertas: Una es la más periférica: el habla. Habla telegráficamente. Habla lo esencial. Te darás cuenta que noventa por ciento de tu habla es inútil; sólo necesitas diez por ciento. Pero ese diez por ciento será más efectivo, más significativo.

El primer paso es hablar lo esencial, sé telegráfico. Luego el segundo paso: piensa sólo lo esencial y te sorprenderá. Noventa y nueve por ciento es algo innecesario; sólo uno por ciento es esencial y ese uno por ciento quizás, tal vez, pero lo demás es todo estiércol de vaca sagrada.

Deja de pensar innecesariamente sobre cosas innecesarias.

Dejando de pensar lo inútil te ahorrará tanta energía que se puede tomar el tercer paso. El tercer paso es lo más sutil: sentir sólo lo esencial. Y si llegas a lo esencial entonces hay sólo amor. La rabia, la codicia, la lujuria -- todas esas cosas no son esenciales. Son parásitos, te están explotando. Cuando llegas a lo esencial sólo queda el amor. Y cuando tu corazón es sólo amor tu puedes entrar al centro mismo del silencio.

Hay que pasar por estas tres cosas:
la parte de afuera de la mente: el hablar
la parte interior de la mente: el pensar
y la parte más interior: el sentir.

Y cuando has pasado por todas; luego hay silencio.
Y ese silencio es la puerta para encontrar lo divino.
Tanto como tu silencio crece, tu amabilidad y amor crecen; tu vida se transforma en una danza de momento a momento, en un regocijo, en una celebración.