lunes, 12 de mayo de 2008

121. Se crece…


... cuando uno se siente joven aunque tenga 100 años.

Se crece cuando uno acepta la realidad y posee suficiente aplomo y equilibrio para vivirla.
Se crece cuando uno mantiene un ideal, fortalece su voluntad y se apoya en su fe.
Se crece cuando uno asume su destino pero se empeña en trabajar para modificarlo si es necesario.
Se crece cuando uno admite su pasado, construye el presente y proyecta el futuro.
Se crece cuando uno se valora a sí mismo en lo que es sin dejar por eso de valorar a los demás.
Se crece cuando uno recorre la vida con la verdad, sin oscuros secretos y sin hipocresías ni falsedades.
Se crece cuando uno permite que su conciencia apruebe o no los dictados de su corazón y su mente.
Se crece cuando uno se siente feliz escuchando, ayudando o dando a los demás, sin esperar recompensa alguna, pero alegrándose al recibir algo por más pequeño que sea.
Se crece cuando uno no actúa cínica o cobardemente ni usa máscaras según las personas y es coherente en todas las circunstancias.
Se crece cuando uno experimenta que al abrir un surco de respeto y al echar en él semillas de bondad, se cosechan frutos de amor.
Se crece cuando uno aprende a pronunciar con sinceridad palabras como “gracias”, “me equivoqué”, “te necesito”, “perdón”, “tienes razón” y “te amo”.
Se crece cuando uno puede enfrentar otoños e inviernos, aún perdiendo hojas o temblando de frío.
Se crece cuando uno, frente a una mirada hostil o un gesto agresivo, puede esbozar una sonrisa como respuesta.
Se crece cuando uno se libera de la pesada carga de rencores, de mentiras, de infidelidades, de soberbia y de egoísmos.
Se crece cuando uno se anima a volar alto como un águila, a sostenerse como un árbol o a iluminarse como una estrella.

Desconozco su autor.

1 comentario:

Aida dijo...

Hola Luz Marina, hace rato no visitaba tu blog, que agradable y reconfortante es tener en cuenta todo lo que escribes.
Que Dios te bendiga y sigue fortaleciendo nuestro espiritu con tus frases tan lindas.
Abrazos, Aida