domingo, 5 de octubre de 2014

329. Plegaria de los hijos

No me des todo lo que te pida.

A veces yo sólo pido para ver hasta cuánto puedo obtener.


No me des siempre órdenes;
Si en vez de órdenes, me pidieras las cosas, yo las haría más rápido y con más gusto.

Cumple las promesas buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo; pero también si es un castigo.

No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana.
Si tú me haces lucir peor que los demás, entonces seré yo quien sufre.

No corrijas mis faltas delante de nadie.
Enséñame a mejorar cuando estemos solos.

No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también y yo no puedo hacerlo.

Déjame valerme por mí mismo.
Si tú haces todo por mí, yo nunca aprenderé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para deshacerte de un apuro.

Me haces sentir mal y perder la Fe en lo que me dices.
Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga el "por qué" lo hice.
A veces ni yo mismo lo sé.

Cuando estés equivocado en algo,
admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

No me digas que haga una cosa si tú no la haces.
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca lo que tú digas y no lo hagas.

Enséñame a conocer y a amar a DIOS;
pero de nada vale si yo veo que ustedes no conocen ni aman a DIOS.

Y cuando te cuente un problema mío, no me digas:
"NO TENGO TIEMPO PARA BOBERÍAS" o  "ESO NO TIENE IMPORTANCIA".

Trata de comprenderme y ayudarme, quiéreme y dímelo.
Me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.

 Anónimo